Conceptualización, la piedra central de un proyecto arquitectónico, ¿cómo llegar a él? En entradas anteriores mencionamos la manera en que la aspiración del cliente se convierte en el objetivo a cumplir por el arquitecto, es esa visión la que transmitirá en un lienzo en blanco (por llamarlo de una manera) el cual es el terreno donde se comenzará a trabajar.

Como mencionamos anteriormente, conocer al cliente es la base para conceptualizar. En ocasiones el arquitecto termina tan involucrado en el proyecto que no solo es un ejecutor, se convierte también en un asesor, un confidente y por qué no, un amigo. La única forma para obtener la información necesaria para el concepto es interpretar la idea del cliente, imaginando que es lo que él quiere, lo que la familia quiere, lo que se necesita y con lo que se cuenta.

En este punto mezclamos dos conceptos básicos para todo arquitecto y profesional, la lógica y la observación, con estas dos poderosas herramientas podemos definir nuestra forma de actuar; el arquitecto comenzará a jugar con los elementos con los que cuenta: el terreno, el material y como mencionamos, la aspiración de la familia. En la mayoría de los casos los clientes serán más de uno tenemos que ponernos en sus zapatos, ¿cómo será el lugar en el que vivirán?

El secreto de la conceptualización es contar con un elemento, uno que se convertirá en el punto de partida para lo demás, puede ser desde una textura hasta un color o incluso una pared en blanco puede ser aquello que inicie con el proyecto. La magia en el trabajo de un arquitecto reside en lograr plasmar una idea colectiva, llevarla a la realidad, convertir de un terreno en un lugar al cual poder llamar hogar.