Concepto, la piedra angular de todo proyecto arquitectónico, ya sea en el diseño de una casa o de un edificio, es esencial generar conceptos para cada aspecto del proyecto. La mayoría de las personas confunde el interiorismo con la decoración de interiores. A pesar de ser tan parecidos no son lo mismo, cada una de estas disciplinas requiere de diferentes habilidades.

Mientras que la decoración se desenvuelve en un ámbito mayormente visual, el interiorismo es el conjunto de todos los sentidos, el concepto debe girar alrededor de esta apreciación, debe de cierta forma transportar a quien entre en la habitación a un espacio totalmente suyo.

Un decorador entra en un espacio y estudia el mobiliario, la luz, las texturas y materiales con los que ya cuenta ese espacio; su función es reorganizarlo. Sin embargo el interiorista tiene una función más profunda ya que puede cambiar la distribución modificando paredes, instalaciones, integrando nuevos materiales, dando un giro completo al lugar.

El trabajo de un arquitecto es resaltar la infraestructura sin comprometer el concepto, implica combinar varios elementos relacionados entre sí para que el interior de un espacio sea funcional, eficaz, bien visto y se adapte al estilo de vida de las personas que viven ahí.

El objetivo es encontrar el equilibro perfecto entre el exterior y el interior explotando cada una de las características con las que cuenta el proyecto, para algunos profesionales este equilibro incluye el respetar el espacio al máximo dejando intactos aquellos elemento que puedan ser resaltados.